Algunos avances, pero también deficiencias, vistos por marchantes de 1963

By Mark Pattison | Catholic News Service | September 3, 2013

WASHINGTON  — Cordelia Coleman tenía solamente 12 años de edad hace 50 años cuando fue a la primera Marcha en Washington con su madre, padre, hermana y hermano.

Mackenzie Williams, de Alexandria, Virginia, camina con otros manifestantes coreando lemas por la igualdad, la libertad y la justicia durante el evento National Action to Realize the Dream el 24 de agosto en Washington. Varios eventos se llevaban a cabo en la capital de la nación para conmemorar el 50mo aniversario de la Marcha en Washington. (Foto CNS | Nancy Phelan Wiechec)
Mackenzie Williams, de Alexandria, Virginia, camina con otros manifestantes coreando lemas por la igualdad, la libertad y la justicia durante el evento National Action to Realize the Dream el 24 de agosto en Washington. Varios eventos se llevaban a cabo en la capital de la nación para conmemorar el 50mo aniversario de la Marcha en Washington. (Foto CNS | Nancy Phelan Wiechec)

“Mirando hacia atrás ahora, yo estaba simplemente sorprendida con el número de personas que estaban aquí, la determinación de la gente que estaba aquí”, ella recordó.

Cincuenta años más tarde Coleman fue acompañada por su hijo Ronald a la segunda de las dos marchas conmemorando la marcha original de 1963. La marcha del 28 de agosto culminó una semana de actividades en torno a la marcha, cimentada en la historia por el discurso “Yo tengo un sueño” del reverendo Martin Luther King Jr.

Desde entonces, Coleman ha notado algunos avances en la sociedad. “La integración de las escuelas, la integración de las instalaciones públicas, la integración de las iglesias, como la Iglesia Católica”, dijo Coleman, miembro de la parroquia St. Anthony en Washington.

Coleman vistió para la marcha una camiseta de la Red Interreligiosa de Washington; su parroquia fue uno de los miembros originales de la red cuando esta se formó a mediados de la década de 1990. Como marchante de 1963, Coleman fue elegible para llevar una banda marrón marcando su propio estado con invitación automática a marchar al frente. Pero tantos marchantes de 1963 habían ascendido al escalón más alto del centro de Jurisprudencia de la universidad Georgetown, el punto de partida de la marcha, que a los organizadores de la marcha se le habían acabado.

Coleman también señaló algunas deficiencias sociales del último medio siglo, entre estas la alta tasa de deserción escolar y la tasa de ingreso universitario para los negros y la manera en que la sociedad aborda los asuntos raciales. “Sutil en cierto modo y a veces no tan sutil”, ella dijo. “Creo que también se le ha faltado el respeto al presidente (Barack) Obama. Mucho de eso tiene que ver con el hecho de que él sea afroamericano”.

Ronald Coleman reconoció el rol de su madre en “hacerme muy consciente de que los conflictos todavía están con nosotros hoy”, los que pusieron en movimiento la marcha de 1963, entre estos los derechos de votar y empleo. Él también acreditó a su madre el inculcarle un sentido de historia negra; recordó ser sustituto en el equipo “Black Pursuit” mientras estudiaba en la escuela secundaria católica DeMatha en Hyattsville, Maryland, suburbio de Washington, “y parecía que yo sabía más que los chicos del equipo”.

La marcha del 28 de agosto fue considerablemente menor que la del 24 de agosto, donde se invitó a la gente a congregarse cerca del Monumento Conmemorativo a Lincoln. La naturaleza de día laboral de la marcha del 28 de agosto, el 28 de agosto de 1963 fue sábado, y lluvia liviana esporádica podrían haber mantenido lejos a la gente.

Pero la marcha del 28 de agosto, aunque no festiva, tuvo alto ánimo, ya que la ruta fue entrecortada con coros y canciones de la época de los derechos civiles. Los marchantes se detuvieron frente a los edificios sedes del Departamento de Trabajo y del Departamento de Justicia para un momento de silencio. Ellos procedieron hasta el Paseo Nacional, donde se les unió miles de otros que ya estaban reunidos cerca del Monumento Conmemorativo a Lincoln para escuchar a una lista de oradores de alta potencia, incluyendo a Obama, los expresidentes Bill Clinton y Jimmy Carter, Oprah Winfrey, Caroline Kennedy y el representante John Lewis, demócrata de Georgia, el único orador superviviente de la marcha de 1963.

Ni siquiera las aparentes interminables esperas para pasar las líneas de seguridad para acercarse al programa en el Monumento Conmemorativo a Lincoln detuvieron a los marchantes.

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